1 Dar un paso atrás y respirar
Es esencial que ambos sean, y parezcan ser, la figura adulta tranquila y solidaria. Incluso si el comportamiento del estudiante ha sido desafiante o personalmente molesto para ti, déjalo a un lado. Hagas lo que hagas, no seas su adversario ni veas esto como una batalla que debes ganar.
En lugar de tratar de descubrir el problema, sin importar la solución, también podría ayudar al estudiante a concentrarse primero en un período de reflexión. Antes que nada, dales tiempo y espacio para bajar de cualquier punto de presión emocional.
Recuerda también escuchar, siempre. No interrumpas y concéntrate en demostrar que realmente escuchas lo que dice el alumno y que ves las cosas desde su punto de vista. Utiliza frases como: «Me gustaría estar seguro de que entiendo lo que estás diciendo …» y «¿Estaría en lo cierto si pensaras que esto es lo que quieres decir?»
2 Si es posible y útil, llévalo fuera del aula.
Si el incidente molesta a toda la clase, ve si puedes mover cosas fuera del entorno inmediato. El cambio de escenario también puede ayudar al alumno a hacer una pausa, calmarse y ver las cosas de otra manera.
Si no es posible hacer esto de inmediato, por ejemplo, si no puedes dejar al resto de la clase sin supervisión, programa una hora y un lugar para encontrarte con el estudiante en persona.
Si bien puedes ser tentador hacer de esta una discusión uno a uno, probablemente sea mejor hacerlo en un entorno donde haya otros estudiantes cerca. De lo contrario, el estudiante podría sentirse intimidado y eso, incluso subliminalmente, la conversación se lleva a cabo en «tus términos».
3 Deja en claro lo que puedes y no puedes hacer
A medida que empieaz a moverte a través de las causas hacia las posibles soluciones, siempre ten claro cuáles son tus capacidades. En última instancia, no será una solución útil si proviene exclusivamente de ti o si el estudiante termina confiando en ti en caso de que ocurra una repetición.
También puedes ayudar a trasladar la responsabilidad de las respuestas lejos de ti mismo y volver al estudiante. Pregúntales cómo resolverían la situación o bríndales sugerencias para que elijan.
4 Manten un registro
Aquí es donde las tecnologías contemporáneas pueden ayudar. Las aplicaciones que ayudan con la gestión del aula, como TeacherKit de ITWORX Education, te permiten mantener registros precisos de problemas de comportamiento y luego analizarlos y compartirlos: por ejemplo, con padres y colegas.
5 ¡Haz un seguimiento y piensa en tu mismo también!
Incluso si se alcanza un resultado positivo, nunca consideres el incidente como cerrado. Consulta regularmente con el alumno cómo se siente acerca de las cosas y si le gustaría reabrir la conversación.
¡Y piensa en ti también! Es posible que desees compartir y discutir discretamente el episodio con alguien, ya sea un colega o un miembro de la familia. Lidiar con situaciones estresantes y estudiantes estresados puede, a su vez, causarte estrés. ¡No ignores eso! «